¿Deberías derramar lágrimas por un racista?
Esa es la lucha que enfrenta una gran parte de los fanáticos de Pro Wrestling con la nota de que Hulk Hogan murió a los 71 primaveras. Ahora, antiguamente de que alguno se ofendiera por etiquetar a un héroe estadounidense recientemente fallecido y autoproclamado como racista, vale la pena señalar que el propio Hogan admitió la epíteto en 2007.
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En julio de 2015, surgió una conversación privada de una cinta sexual de 2007, revelando Hogan, nombre vivo Terry Bollea, haciendo comentarios explícitamente racistas.
En la vídeo filtrada, Hogan expresó su disgusto delante la idea de que su hija saliera con un hombre bruno y usó la palabra N varias veces.
Los comentarios enviaron ondas de choque a través de la comunidad de lucha huido. Para muchos, fue el momento en que la ilusión se hizo cachos. El ícono más prócer que la vida de la infancia, el hombre que instó a millones a “afirmar sus oraciones y tomar sus vitaminas” había revelado un costado profundamente preocupante. La desconexión entre la persona en el ring de Hogan y el hombre detrás del personaje era innegable.
Para algunos fanáticos, el daño fue irreparable.
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Para ser claros, el impacto de Hulk Hogan en la lucha profesional es prácticamente inigualable. Como intérprete, sus contribuciones ayudaron a Arrher Wresting a la corriente principal. Fue la cara de la crisis de la WWE en la decenio de 1980, un ícono cultural que encabezó WrestleMania, agotó arenas e inspiró a generaciones de fanáticos. Su éxito cruzado en películas como “No Holds Barred” y “3 Ninjas: High Noon en Mega Mountain” – Sin retención, Campy – Establezca el precedente para futuras estrellas como Dwayne “The Rock” Johnson y John Cena para encontrar su ocupación en Hollywood. Hogan no era solo un tenaz; Era una marca, un nombre corriente.
Para muchos, Hulk Hogan fue un rudo hasta el final. (AP Photo/Jason Deslume, archivo)
(Associated Press)
Pero ninguna cantidad de reinados de campeonato o apariciones en taquilla puede borrar la complejidad de su donación.
A posteriori de que los comentarios racistas se hicieron divulgado, Hogan emitió una disculpa durante una entrevista de 2015 con ABC News. “No, no lo soy. No soy racista”, dijo. “Nunca debería acaecer dicho lo que dije. Estaba mal. Estoy avergonzado por eso. Pero mucha parentela necesita darse cuenta de que heredas las cosas de tu entorno”.
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Fue una deflexión clásica, un intento de contextualizar el odio como poco heredado, en ocupación de propiedad. En ocupación de responsabilizarse directamente la responsabilidad, Hogan implicaba que su educación era la omisión. Para muchos, las disculpas sonaron huecas, más un entrenamiento de control de daños que un momento de advertencia. Al apoyarse en la influencia ambiental, Hogan se posicionó como un producto pasivo de su entorno en ocupación de un agente activo para dar forma a sus creencias.
En ese momento, tenía 61 primaveras. La idea de que alguno de su etapa y dimensión todavía se escondía detrás del condicionamiento ambiental no se sentó acertadamente con los fanáticos, especialmente aquellos que lo habían apoyado durante décadas en líneas raciales y culturales.
Las consecuencias fueron rápidas. WWE rescindió su convenio con Hogan, eliminó su presencia de su sitio web y lo retiró de su Salón de la Éxito. Aunque más tarde fue reinstalado y traído en silencio al redil, la relación entre Hogan y una parte significativa de la pulvínulo de fans de Wrestling ya se había fracturado.
Aún así, había quienes decidieron perdonar. Ya sea por nostalgia, creencia en el crecimiento personal o la memoria selectiva, muchos fanáticos continuaron adoptando las contribuciones de Hogan a la industria. Para ellos, las disculpas, falladas como era, suficientes. Se centraron en el actor, no en la persona. Lloran la pérdida de un ídolo pueril, no las deficiencias del hombre debajo del pañuelo.
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Y para ser justos, separar el arte del actor ha sido durante mucho tiempo un debate polémico pero persistente en la civilización del entretenimiento. Desde atletas hasta actores y músicos, los fanáticos a menudo lidian con dónde trazar la término entre el donación y la recatado.
Pero para otros, particularmente los fanáticos del color, el dolor persistió. Los comentarios de Hogan no solo fueron decepcionantes; Eran personales. Este era un hombre al que muchos admiraban, que ayudó a precisar su bienquerencia por la lucha profesional. Para aprender que la arrobamiento no era recíproca, que alguno era desprecio por ellos a menos que fueran ricos o famosos, era una traición demasiado profunda para olvidar.
Para ellos, el fallecimiento de Hogan no es solo la homicidio de una celebridad: es el capítulo final de una historia que terminó mucho antiguamente de que su vida física lo hiciera. El hombre que una vez se paró como un símbolo de perseverancia y fuerza ya había caído de desenvoltura.
Lo que devuelve la conversación a la pregunta diferente: ¿deberías derramar lágrimas por un racista?
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No es una pregunta retórica o acusatoria. Es uno que acento del corazón del fandom innovador, el donación y el derecho a rezumar selectivamente. Sí, Hulk Hogan fue entretenido. Sí, revolucionó la lucha profesional. ¿Pero es eso suficiente para celebrar su vida sin distinguir sus fallas morales muy públicas?
No todos merecen la despedida de un héroe. No todos los ícono deben recordarse sin contexto. Algunos legados son demasiado complicados solo para el elogios.
Quizás la respuesta más honesta es el silencio, no por ira o error de respeto, sino admisión. Éxito de que para muchos, la conexión ya estaba cortada. Que el hombre que una vez admiró ya no representaba los títulos en los que creen. Que está acertadamente distinguir la homicidio de alguno sin llorarlo. Eso no afirmar nulo es su propio tipo de claridad.
Habrá fanáticos que honren su memoria, al igual que habrá quienes eligen seguir delante sin nostalgia. Ambas reacciones son válidas. El duelo no es una obligación recatado.
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La vida de Hulk Hogan, y ahora la homicidio, representa la fragilidad de la celebridad. Los héroes se pueden construir en un instante y derribarlo igual de rápido. Nadie es inmune a las consecuencias de sus acciones, sin importar cuán icónico sea la persona.
Si nulo más, deje que la historia de Hogan sirva como una historia de advertencia sobre los peligros de la adoración de los ídolos. Cuando las personas se vuelven más importantes que los principios, cuando las frases eclipsan el carácter, la desilusión es fatal.
Para algunos, Hogan siempre será la cara de la lucha profesional. Para otros, él siempre será el hombre que dijo demasiado, demasiado tarde.
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